Estamos constantemente preocupados por el pasado o por el futuro que está por llegar. Buscamos algún otro lugar en el que estar, con la esperanza de que allí las cosas serán mejores, más alegres, más como queremos que sean o como solían ser. La mayor parte del tiempo solo somos parcialmente conscientes de esta tensión interna, si es que lo somos. Podemos acabar viviendo una realidad onírica, quedar atrapados en una especie de fantasía mental creada por nosotros mismos sin reconocer siquiera el amplio abanico de experiencias que están a nuestra disposición. Por ejemplo, suponemos que las ideas y opiniones que tenemos en un momento determinado son la verdad acerca de lo que hay ahí fuera , en el mundo, y aquí dentro , en nuestras mentes. Sin embargo, la mayoría de las veces no es así. Pagamos un precio muy alto por esta suposición errónea, por el hecho de no tener en cuenta la riqueza de nuestros momentos presentes. Si no somos cuidadosos, todos estos momentos nublados pu
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